Cocinas tradicionales o gastronomía mexicana, ¿patrimonio mundial?


Yururia Iturriaga

En la edición de la nota del sábado sobre la presentación, en la Universidad del Claustro de Sor Juana, de la ONG Conservatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana (CCGM), cuya presidenta, Gloria López Morales, anunció el ingreso oficial de la candidatura de la Cocina Tradicional Mexicana para ser incluida en la “lista representativa del patrimonio cultural de la UNESCO”, se mencionaron sólo algunas frases que había redactado nuestra colaboradora, la antropóloga Yuriria Iturriaga. El texto completo es el siguiente:

La presidenta del CCGM explicó al auditorio que si bien en la pasada convocatoria (2008) presentaron sus candidaturas Corea, Croacia y cuatro países mediterráneos para hacer declarar sus cocinas patrimonio intangible de la humanidad, sin lograrlo, “México fue el pionero mundial cuando presentó el expediente Pueblo del Maíz” –coordinado por ella– para la declaratoria de 2004. Aunque en esa ocasión, dijo López Morales, “la convocatoria no era clara en requisitos ni en definiciones, (por lo cual) el expediente mexicano no obtuvo dicho reconocimiento por la UNESCO”.
No obstante, la señora López Morales olvidó decir frente a la audiencia y la prensa que fue La Jornada la verdadera pionera, mediante el suplemento especial Perfil del 25 de febrero de 2002, con el título Gastronomía mexicana, patrimonio de la humanidad, donde no sólo se definió la “alimentación” y la “gastronomía” conceptualmente, se explicó cuáles eran el sustento material y cultural de este fenómeno –en esa época aún poco investigado–, los objetivos nutricionales, económicos y culturales de la iniciativa, la lista de características de la gastronomía mexicana que correspondían a la convocatoria de la UNESCO (la que fue reproducida en el mismo Perfil), se propusieron “planes de acción” para el rescate y salvaguarda, requisito axial de la convocatoria, sino además, en un recuadro, se propuso públicamente que fuera la propia Gloria López Morales la “coordinadora nacional de la iniciativa”, en su calidad de funcionaria del Conaculta, vinculada con la Secretaría de Turismo.
La mala memoria no enriquece, como quisieran quienes la practican, pues mucho camino se hubiese ahorrado la mencionada ex funcionaria si además de aceptar ser coordinadora de nuestra iniciativa original e inédita hubiese leído y comprendido el contenido de los textos que firmaron diversos articulistas en el Perfil de La Jornada del 25 de febrero de 2002, donde se ofrecieron al lector lo que para ella y sus expertos fueron hallazgos ocho años después.
Suerte al nuevo expediente. Pero si desgraciadamente no la tuviera, sería útil para la señora López y su conservatorio reconocer que cuando se divide se debilita, y que de no haber dado la espalda a quienes merecen el verdadero título de pioneros en este tema, a estas alturas ya habríamos obtenido, juntos, un reconocimiento que desde un principio fue concebido como medio privilegiado para recuperar la sustentabilidad del campo mexicano y del pueblo agricultor y artesano, a través del reconocimiento y salvaguarda no sólo de las cocinas tradicionales con sus rituales y vínculos religiosos, como se dijo esta mañana en la presentación, sino también mediante la producción de arte y artesanía, música y continentes de todo tipo, textiles y muchos otros productos que acompañan la comida mexicana en lo que se llama con propiedad “gastronomía” y que no todos los pueblos del mundo y de la historia poseen, mientras todos poseen “cocinas tradicionales”.
Si La Jornada propuso desde 2002 que se reconociera la gastronomía mexicana como patrimonio intangible de la humanidad por la UNESCO, fue con el noble fin de comprometer al gobierno mexicano en una cruzada de rescate de un pueblo amenazado: el de los trabajadores del campo, del fogón y del artesanado.
La Jornada 2010-02-08

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